“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo (Lucas 15: 21).”
Gracias Padre por amarme, y por recibirme tal como soy. Reconozco que necesito de tu amor.
Señor Jesús, gracias por morir en la cruz en mi lugar. Perdona mi pecado, y todo lo malo que he hecho. Hoy te recibo en mi vida como mi Señor y Salvador.
Espíritu Santo, lléname con tu presencia, y produce un cambio total en mi persona.
Ahora Señor, te entrego toda mi vida, para que la dirijas y la guíes por la eternidad.
Gracias, Dios, por escuchar mi oración, y por venir a vivir dentro de mí.
Amén.
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Si has hecho esta oración con sinceridad, Dios la ha escuchado, y Él ha de cumplir su palabra en beneficio para tu vida.
Ahora debes poner tu nombre en un recordatorio semejante a éste, para que nunca olvides que eres un hijo de Dios, sólo por la fe en Cristo:
“PORQUE DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE HA DADO A SU HIJO UNIGÉNITO PARA QUE...
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QUIEN CREE EN SU NOMBRE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA (Juan 3: 16).”
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